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martes, 24 de marzo de 2009

Agresiones sin castigos a mujeres en Sudáfrica


Violaciones y tiros para ‘curar’ lesbianas
LALI CAMBRA, Ciudad del Cabo/ El País

La última víctima conocida se llama Sibongile Mphelo. 19 años. Violada, ejecutada a tiros y sus genitales mutilados. Un crimen cometido a 30 metros de la comisaría de Strand, cerca de Ciudad del Cabo. El año pasado, fue Eudy Simelane, 31 años. Su asesinato en Johannesburgo causó más revuelo porque era una de las Banyana Banyana, “las chicas”, como se conoce a la selección femenina de fútbol. Eudy fue acuchillada y sus genitales, mutilados. Como ellas, Thokozane Qabe, de 23 años, violada y asesinada a tiros en Ladysmith, una población cerca de Durban, o Sizakele Sigasa y Salomé Masooa, violadas por un grupo de hombres y ejecutadas de un tiro en la nuca. Zoliswa Nkonyana, de 19 años, fue apedreada hasta la muerte en el gueto de Khayelitsha (Ciudad del Cabo). Todos los casos tienen aspectos en común: las víctimas eran lesbianas, y la mayoría de los asesinos están en libertad. Se da la paradoja de que Sudáfrica cuenta con una Constitución que prohíbe la discriminación por orientación sexual. Hace dos años legalizó el matrimonio homosexual. Pero tal paraíso se disfruta en el centro de las ciudades, y, especialmente, por gays blancos. No sucede lo mismo si se es negro y se vive en un gueto.

Sociedad patriarcal
Grupos de apoyo a homosexuales denuncian que la violencia contra las lesbianas va en aumento, con un mayor número de mujeres que acuden a denunciar violaciones correctivas, cuyo objetivo es curarlas. “Estamos asistiendo a un retorno a la sociedad patriarcal”, dice Vanessa Ludwig, Directora de la ONG Triangle. “La violencia contra la mujer va en aumento en general, y contra las lesbianas en particular, porque ellas son un desafío a esa nueva masculinidad”. La mitad de las sudafricanas van a ser violadas al menos una vez en su vida, según se recoge en un reciente informe de Action Aid. “Las violaciones son tantas que a veces ni siquiera podemos distinguir si se cometen porque la víctima era lesbiana --un agravante-- o porque era mujer y estaba ahí”, dice Ludwig, cuya organización atiende a 10 lesbianas agredidas al mes. El estudio indica que sólo una de cada cinco violaciones denunciadas acaba en condena, y que de los 38 casos de lesbianas asesinadas desde 1998, sólo se ha castigado a uno de los asesinos de Simelane.

“Necesitamos Policía formada y sensible, rapidez en los juicios y políticos que se manifiesten contra la homofobia”, dice Ludwig. Esto último es, tal vez, lo más complicado: el que previsiblemente será presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, podría personalizar al nuevo patriarca. Polígamo, mujeriego, absuelto de violar a una mujer seropositiva --reconoció no haber usado condón, y dijo que se duchó para prevenir la transmisión del VIH-- y homófobo: en un discurso público aseguró que de joven “ningún ungqingili” (término despectivo zulú para homosexual) se le pondría enfrente. “Lo tumbaría”. Zuma pidió disculpas luego por el condón, por la ducha y por el discurso homofóbico. Pero parece difícil pensar que vaya a ser un elemento de integración de la comunidad gay y lésbica en los guetos.

Tomado del Nuevo Diario martes 24 de Marzo de 2009

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